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Ya es suficiente...

Updated: Mar 10, 2021

Respeto su derecho a expresarse, pero el mío me permite decirle lo estúpida que es su opinión. Y no me diga que me calme porque el nudo de la garganta que tengo desde esta mañana no lo calman sus palabras sin empatía ni consciencia social. Este país tiene grandes problemas como la corrupción, la lucha desmedida por el poder y la desigualdad. Pero aquí el principal problema es usted, ¡Sí, tal como lo oye, usted!, el ciudadano promedio que cuenta los pesos para sobrevivir, pero juzga a sus iguales porque nacieron con privilegios diferentes a los suyos; usted, que ha vivido su vida en un país en guerra y no ha sido capaz de entender la historia por eso aplaude y venera a los que la promueven; usted, que vive lleno de rencor contra quienes piensan diferente, pero no se atreve a exigir sus derechos, -total- cree que tiene lo que tiene por meritocracia y no se le pasa ni por la cabeza que otros han tenido puntos de partida distintos; usted, que defiende a los niños, pero solamente cuando no son, como usted los llama, "guerrilleros", cuando no han quedado en embarazo, en el caso de las niñas, o cuando no están “enfermos” de homosexualidad, y se atreve a justificar el asesinato de aquellos cuya única opción es la guerra , total, le importa que nazcan porque abortarlos es un pecado mortal, pero el cómo mueran lo tiene sin cuidado ("¿Quién los mandó a estar en ese campamento? -al que anda entre la miel, algo se le pega-") .


Y no se equivoque porque así como usted habla de deberes y derechos, tendría que hacer uso de su deber de informarse y adquirir un contexto. Y me importa un comino su ideología política o religiosa, pero defender lo indefendible es de necios e hipócritas. Y se lo digo en la cara: su gobierno, a ese que tanto defiende, está lleno de incapaces que no saben ejercer un liderazgo sino para su propio beneficio. Su gobierno cometió varias de las equivocaciones más grandes que podía cometer. Aun así, no acepta las consecuencias de sus actos y lo peor es que usted lo defiende. Su gobierno le falló de cuatro formas distintas a esos niños y a usted no le importa porque no fueron sus familiares.


Hemos sacrificado el presupuesto de la educación, de la salud, de ciencia y tecnología para sostener a unas fuerzas militares que no son capaces de hacer lo que deberían y no hablo de soldados rasos y/o campesinos - que son enviados como carne de cañon a una guerra que solo beneficia a las grandes fuerzas de este país, quienes, desde la legalidad de la posesión de la tierra o la ilegalidad de narcotráfico, siguen haciendo de las suyas con nuestra dignidad-, estoy hablando de esos líderes que dan ordenes desde sus oficinas y twittean sus pavadas, mientras el pueblo se mata por ellos.


Lo que Roy Barreras denunció ayer representa todo lo que está mal en el Ministerio de Defensa y en este inútil gobierno, en un solo lugar y momento, primero, su incapacidad y desinterés por mejorar las condiciones de los ciudadanos más vulnerables, y de asegurar sus derechos fundamentales; segundo, su total falta de control sobre la protección de civiles - y aquí es donde yo me pregunto, ¿para qué defender tanto una guerra que ni si quiera saben cómo pelear?-; tercero, la inoperatividad de sus fuerzas de inteligencia, asumiendo que de verdad no sabían que allí había menores de edad; cuarto, su absoluta deshonestidad porque, lo crean o no, son servidores públicos que viven de nuestro trabajo y tienen la obligación de hablar con transparencia e informar sus errores. Todo eso, como seres humanos, a algunos nos duele en el alma, nos duele saber que vivimos en un país en el que a quién nos debería proteger, y vive de nuestros impuestos, le tenemos miedo y más que por su maldad, aún peor, por su mediocridad e inescrupulosidad que se traducen en daños colaterales para las víctimas, y un absurdo y cómplice silencio.


Y no me diga que esos niños tenían la culpa por estar donde estaban. Le recuerdo que los niños no tienen la capacidad de raciocinio de usted, que es un adulto y, aun así, sale con esos comentarios. Le recuerdo que esos niños no tienen la culpa de haber nacido en zonas olvidadas y abandonadas por el estado, sin ninguna garantía ni privilegio. Le recuerdo que esos niños no tuvieron la posibilidad de estudiar el contexto general e histórico de este país como usted lo tiene, aunque prefiera no hacerlo. Le recuerdo que hay una cosa que se llama reclutamiento forzado y ante eso no se puede negociar, aunque usted crea que eso es como entrar en un club. Le recuerdo, que para muchas personas la única forma de vida que conocen es la guerra y lo mejor que usted puede hacer desde su posición es tener empatía, cosa que no hace. Y no me diga que la culpa es solo de esos malditos narcotraficantes que decidieron reclutar a esos niños, porque su gobierno, el que debería defenderlos y protegerlos, los abandonó desde su nacimiento y hasta después su muerte, revictimizándolos al negarles el derecho a una cosa tan sencilla como la verdad.


Estoy molesta y dolida, y como muchos otros exijo que esto no quede en el olvido. Porque mientras los derechos a los que tenemos acceso no sean para todos, son privilegios. Y desde mi privilegio, desde mi posición en la sociedad reitero: ¡No estaré tranquila hasta que los derechos humanos de todos en mi país estén por encima del honor de unos cuantos! Y, aunque a usted no le guste, seguiré insistiendo en mi mensaje para su respetable ministro. ¡Renuncie, señor Botero! ¡No nos haga pasar más vergüenza frente a nuestras víctimas! Ya es suficiente.


Actualización: ¡Renuncie, señor Molano!

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1 Comment


Miguel Angel Ortiz Padilla
Miguel Angel Ortiz Padilla
Nov 18, 2019

Es lamentable la situación. E incluso contradictoria. Muchos de los que justifican la "legalidad" de estos actos también han llegado a negar la existencia de un conflicto (entiéndase la conveniencia del escenario). ¿Será porque lo dice su "líder" o sufren alguna clase de esquizofrenia? Probablemente sea porque así funciona el mundo: cuando hay que decir A, es A; y cuando hay que decir B, es B. Como los loritos. Sin cuestionar (¿para qué cuestionar? ¿para que nos pase lo mismo?). Es más fácil no pensar (¿o reflexionar?).

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