Definitivamente cada vez me convenzo más de que hay algo que no funciona en la democracia. Y, no se confundan, es muy lindo que la gente se interese en sus derechos y deberes políticos, pero¿a qué costo? Si no tenemos la capacidad de cuestionar realmente nuestros propios prejuicios, pensar en un proyecto de sociedad y adquirir mecanismos de ponderación, algo racionales, ¿Para qué?
En Colombia hay 9.294.225 víctimas reconocidas del conflicto armado; 99.235 personas dadas por Desaparecidas, que aún son buscadas por sus seres queridos; 163 periodistas asesinados a causa de su profesión; solo en 2022, han habido 420 feminicidios, 25 personas lgbtqi+ asesinadas por su identidad de género u orientación sexual; entre 2016 y 2021 más de 900 líderes sociales fueron asesinados. Tal vez, por eso estamos acostumbrados a la muerte y no somos capaces de dimensionar mínimamente la influencia de nuestro ejercicio político y social sobre ella, cada muerto más es un daño colateral de un ejercicio que se ha convertido en un concurso de popularidad, una demostración de fanatismo extremo, una creencia infundada de que una única persona puede salvar el país solo con chasquear los dedos.
Somos presos de la inmediatez y las noticias falsas, los chismes y prejuicios morales, la simpatía hacia la personalidad o carácter de una persona, y no frente a sus intenciones o planes concretos; pensamos en los demás como ignorantes, los acusamos de no leer o informarse, sin ver que tanto ellos como nosotros sí leemos toda aquella información que nos permite corroborar nuestras creencias y fomentar nuestro sentimiento de superioridad sobre el otro. Ignoramos intencionalmente la realidad de la persona que apoyamos, mientras que compartimos con furia los pecados del contrario.
Hemos elevado a nuestros políticos a un nivel de dioses, dejando de lado por completo su condición de humanos, escuchando su basura personal en lo más profundo y engrandeciendo sus virtudes, según convenga, pero ignorando sus capacidades técnicas, su equipo de trabajo, la posibilidad de implementación de sus propuestas, su visión de país, su pragmatismo, y la posibilidad de que todo eso afecte a otros porque cada uno piensa únicamente en su entorno más cercano.
Pasamos de largo, por completo, que en Colombia se gobierna para más de 50 millones de personas, la mayoría diferentes a nosotros mismos; que todos tienen los mismos derechos; y que lo difícil de los acuerdos es que deberían hacerse con los distintos, lo que hay que evaluar es en qué dimensiones estamos dispuestos a ceder para construir con el otro, ¿la participación, las ideas, los valores éticos, el presupuesto, los cargos públicos? Creemos que todo es blanco o negro, ignorando los matices, y dejando que nuestros miedos nos gobiernen, negandonos a ver el panorama general. Nuestras ideas, opiniones, creencias, convencimientos son más importantes que la vida de otros, y preferimos autocomplacernos con contenido mediático a cuestionarnos.
Tal vez, si fuéramos conscientes de nuestro valor y de la necesidad de visiones más sistémicas, tendríamos opciones mejores que las que llegamos a tener cada 4 años. Pero como la vida es así y toca decidir entre dos candidatos que no han dejado lo más mínimamente claro cómo van a hacer lo que proponen y que generan bastantes dudas sobre su capacidad de gobernabilidad y de trabajar de la mano con otros y, si a alguien le sirve en lo más mínimo, este año elegiré el programa más alineado con una visión de país distinta y un poco más incluyente y que, al menos, en cierto y pequeño modo, ha planteado la necesidad de pensarnos distinto, entendernos diferentes y escuchar a otros como parte de ese todo que somos.
Con todas las reservas del mundo, tomando en cuenta que las propuestas de ambos carecen de pragmatismo y que muchas de ellas suenan a frases vacías de autosuperación, mi apuesta será por Petro y, de verdad, si llega al poder, espero con toda mi empatía hacia aquellos que han tenido que vivir lo más difícil de este país, que supere las pocas expectativas que tengo de él y que, de verdad, aproveche el apoyo de todas esas personas humanas, técnicas, razonables y preocupadas por el nosotros que se han juntado a su alrededor para buscar un país con mayor bienestar.
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