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Preguntas retóricas ... para Diana uribe

Updated: Mar 28, 2020

Reescribir los premios que ha ganado esta hermosa mujer y todos los lugares del mundo que ha visitado suena a redundancia [1]. Hay muchos artículos en Internet que hablan sobre ella, sobre su genialidad y su aporte a la memoria histórica colectiva en un país en el que hemos olvidado recordar y en el que nuestra libertad de expresión se basa en información inmediata y sesgada, sin embargo, podemos recordar sus anécdotas y algunas de las enseñanzas, que su maravillosa voz y su tímido encanto han traído a nosotros a través de: el programa de radio de los domingos, que no existe ya debido a la acertada intuición de los “experimentados” parrilleros del canal por donde se transmitía; los libros y audios, que resumen de una forma entretenida e inteligente los tesoros que tiene en su mente y sus recuerdos; los vídeos en Youtube sobre fechas musicales, procesos de paz en el mundo e historia de las religiones, entre otras narraciones; y, sobre todo, aquellas maravillosas charlas que nos han hecho vibrar y llorar de emoción a más de uno. Y es que mientras esté Diana Uribe, ¿quién no se emociona con su discurso?, ¿qué más genial que escuchar a una persona que hace lo que le apasiona, hablando sobre ello?

Imagen tomada de DianaUribe fm. https://www.facebook.com/DianaUribe.fm/

Estas palabras son para ti, Diana, que has venido a hablarnos de Contracultura en una época en que esta es la moda y es difícil diferenciar los ideales genuinos de los discursos idealistas usados para aquello que llaman “marketing” y para la manipulación mediática; en una época en que los pensamientos comunes tienden a olvidar que las luchas de los activistas han traído libertad y derechos a los oprimidos, que ellos, personas imperfectas, rebeldes, soberbias, valientes y jóvenes, diseminaron esperanzas y exigieron los derechos de las generaciones contemporáneas y que con su música, lucha y hasta su propia vida sembraron la idea de un mundo mejor, donde todos quepamos, donde todos caminemos bajo un mismo cielo y por un mismo futuro.

Yo te preguntaría, Diana, qué dirían ellos si les contamos que estamos volviendo a lo de antes, que los activismos están siendo ridiculizados con argumentos extremistas y que los falsos positivos calan más que los verdaderos resultados de sus luchas; si les contamos que estamos volviendo a lo de antes, justificando la discriminación, defendiendo los privilegios de unos sobre otros y arruinando las posibilidades de paz por no entender lo que significa el bienestar común. Y, tú, simplemente, responderías con un libro de historia contemporánea [2] , diciéndome que no estamos tan mal, que todo es parte de un contexto global y cíclico y que debemos seguir luchando.

Tú, que nos has enseñado a escuchar a los Beatles e imaginar un mundo sin fronteras, a Simon y Garfunkel cantar al silencio y predecir el futuro, a Janis Joplin convirtiendo la anarquía en Rock; tú, que desafiaste el orden académico y escribiste sobre música en un entorno filosófico, que te enfrentaste a la presión de cambiar tus intereses por encajar en un mundo establecido y que a cambio de no ir contra tus ideales, obtuviste una joya mágica publicada varios años después y que nos ha maravillado la vida a muchos [3] ; tú, que, a una pregunta sobre las pocas posibilidades del mundo actual de resurgir, respondiste con la dramática, pero estremecedora historia de Sándor Márai, un escritor y humanista húngaro que se suicidó debido a la frustración y desesperanza que le trajeron la Segunda Guerra Mundial y posteriormente la ocupación soviética, ignorando que muy pocos meses después caería el Muro de Berlín; tú, que resignificaste las historias de castillos y magos de J.R.R Tolkien, recordándonos que el mundo en el que se escribieron era aún mucho más oscuro que los mismos cuentos; tú, que hablaste de poppy flowers, que florecían en medio del dolor de la guerra en campos enteros de almas perdidas, mientras Marlene Dietrich cantaba “where have all the flowers gone”; tú, que nos hiciste soñar con un mundo de fantasía donde la guerra fue reemplazada por el deporte de tiro con arco y que en medio de las montañas entre China e India nos recuerda la necesidad de abandonar el yo para empezar a pensar en nosotros; tú, Diana, me haces pensar a mí (una treintañera anarquista, hipócrita y confundida, que no encaja en un lugar específico en el mundo) sobre cuál es el papel de mi generación, llena de miedos y crisis entre lo que somos y lo que quisiéramos ser en el futuro. Una generación que tiene la responsabilidad de dejar atrás las viejas tradiciones de aquellas más antiguas y sus profundas heridas, e impulsar a una nueva que viene perdida, valiente, retadora y desorientada para recuperar y reconstruir un mundo mejor.

Dime, Diana, ¿Cuál es nuestro papel si venimos llenos de miedos sobre el futuro y necesidades de encajar en un status quo al cuál no pertenecemos? Dime, por favor, ¿cómo recuperar las esperanzas mientras unos destruyen el planeta y a los seres humanos, mientras nosotros, los esperados héroes, no logramos deconstruirnos y romper nuestras cadenas? Dime, Diana, porque en un mundo en que a veces pareciera que ya se pelearon todas las batallas, cada día vamos descubriendo nuevos ideales por conquistar. Y lo que me da más miedo de todo, es que cada día las batallas que descubrimos que nos quedan por dar son las más difíciles, menos contra las legalidades injustas y más contra la falta de pensamiento racional y consciencia social.

Bonita Diana, bríndanos una canción o una curiosa historia que nos permita encaminarnos hacia un lugar desde donde podamos ser un poco más valientes, como lo eran nuestros antepasados y lo son nuestros descendientes. Mientras tanto, buscaremos algo que nos permita dar alivio a nuestras almas y pensaremos en las palabras de Abbie Hoffman…. “La revolución no es algo fijo de una ideología, ni algo de una década en particular. Es un proceso perpetuo incrustado en el espíritu humano”.

[1] Diana Uribe ha dirigido varios viajes a diferentes países del mundo como: China y Bhutan, Irán y Uzbequiztan, Egipto e Indochina, India y Nepal, Europa del Este. Polonia, República Checa, Hungría y Rumania, Grecia, Turquía, Chipre. Su labor ha sido reconocida tanto en Colombia como en el exterior con los premios al mejor colombiano en el 2012 y el Gusi Peace Prize International, Philippines 2011.

Tomado de http://www.lacasadelahistoria.com/diana-uribe/ .


[2] Brújula para el mundo contemporáneo. Por Diana Uribe. Año 2019


[3] Contracultura. Por Diana Uribe. Año 2016

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